Este escrito empieza con una paradoja: la de intentar poner en palabras lo no verbal. Todo aquello que sucede y que percibimos más allá y más acá del lenguaje verbal. Infinitos códigos que se entrecruzan, que están entrecruzándose.
Por debajo y por arriba de las palabras. Sosteniéndolas, contradiciéndolas, afirmándolas o negándolas. El lenguaje mudo de los gestos, del color, de las texturas, las formas. El lenguaje evocador de los olores. El lenguaje rítmico de la respiración, del pulso, de la sangre corriendo por las venas. El lenguaje de los acercamientos y las lejanías, las distancias, los movimientos. Y los sonidos. Las pausas. El silencio.
El contexto no verbal es la interacción de todos estos y otros infinitos códigos. No se configura por uno solo de los elementos, ya que uno en sí mismo no sería suficiente para impactar o impresionar el sistema perceptivo global. Es la interacción dinámica entre todos lo que permite la fuerza del impacto y especialmente de la comunicación.
Cuando entramos en contacto con el contexto no verbal, nos internamos en el caos, el vacío, en la transtemporalidad y la transespacialidad. Todas características que pertenecen al inconsciente, que es la caldera fundante de la comunicación no verbal.
El cuerpo es el gran instrumento de expresión y recepción, el verdadero aparato de monitoreo de todo lo que ocurre en nuestro ecosistema y precisamente él nos enseña a desarrollar la comunicación no verbal. En este cuerpo se condensa todo el hacer de la dimensión creadora. Es por esto que debemos sentirlo, cuidarlo, usarlo. Es el instrumento más importante con el que contamos dentro y fuera de una sesión de mupsicoterapia.
Para el modelo Benenzon el contexto no verbal es el paradigma de la mupsicoterapia. De hecho, la columna vertebral de la formación en mupsicoterapia es la elaboración, el desarrollo, la interpretación y el reconocimiento del contexto no verbal.
Es por ello que en el modelo hablamos de mupsicoterapia y no musicoterapia. Al hablar sólo de música limitamos todo un mundo de fenómenos sonoros y de movimiento que rodean y hacen posible el lenguaje musical. Estos fenómenos separados y libres, pertenecientes al campo de lo no verbal, pueden ser no-musicales y servir a los efectos terapéuticos tanto o más que los fenómenos musicales propiamente dichos.
Así es que en una sesión de mupsicoterapia del modelo Benenzon, si bien se utilizan instrumentos musicales como mediadores de la comunicación, buscamos explorar el campo profundo, primitivo, simple y directo de lo no verbal, habilitando con ello la apertura de nuevos canales comunicativos.
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